Chords for Testimonio de Danny Berrios
Tempo:
115 bpm
Chords used:
G
Tuning:Standard Tuning (EADGBE)Capo:+0fret
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El día antes de que mi padre falleciera, yo tuve el privilegio de estar a su lado en su cuarto.
Y era bien tarde en la noche, puedo decir, a través que era la madrugada del otro día,
yo me quedé esa noche.
Me acuerdo que yo acababa de ir a una campaña de G en Chile
y mi temor era que yo no fuera a llegar a tiempo.
Llegué, cuando entró mi mamá me la abrazo,
me dijo, papi, todavía está yo, pero le quedan horas.
Y mi mamá llevaba 15 días
al lado de su cama sin ir a la casa.
Dijo, mami, vete.
Yo me quedé con papi esta noche.
Y esa noche me quedé sentado al lado de su cama, una silla, y obviamente el sueño vence
a uno y yo me recosté un poquito en su cama, puse la cabeza y me quedé dormido.
Entonces,
como a las horas de la madrugada, dos o tres de la mañana, la cama estremece y yo me levanto
asustado y digo, papi, papi.
Y él no podía hablar porque él tenía tubos por la garganta,
tubos por su boca, tubos por su nariz.
Su estómago estaba completamente inflado por
líquidos que estaba reteniendo.
Venían cada cuanto y le metían una aguja grandísima
en el vientre para sacarle todo el líquido.
Ya básicamente el hígado dejó de funcionar
y los riñones ya estaban por irse.
Y le digo, papi, ¿qué
pasa?
Y ahí en mediaseña
y murmurándole, no, no, no trates de hablar.
Yo entendí que él quería que yo le cantara.
Digo, papi, son las tres de la mañana.
Yo puedo cantar aquí, podemos despertar a medio
hospital.
Pero ¿quién
le dice no a un padre que está por irse con el sueño?
Yo no le
voy a decir que no le vas a cantar.
Yo le canté.
Empecé en voz bajita.
Yo nunca sé
cantar en voz bajita.
Duré como cinco segundos.
A los diez ya estaba todo traingón.
Yo cantaba
y la voz retumbaba por los pasillos del hospital.
Aquí nos botan a los dos.
Papi, vamos a comenzar
aquí pero si terminamos en el parking, ya tú sabes lo que pasó.
Pues empiezo a cantar
y una unción increíble cayó en aquel cuarto.
Y yo como que estoy aquí parado, soy testigo
de que el Señor no visitó esa noche, esa madrugada.
Yo cantaba y las lágrimas corrían
por sus ojos y corrían por el mío.
Y cantaba y cantaba.
Y después que todo eso terminó,
para mí duró como media hora, lo que fueron unos tres minutos.
Y el cuarto donde él estaba,
estaba dividido por unas cortinas.
Entonces rodamos la cortina.
Y mi papá fue veterano
de la guerra de Corea.
Yo lo vine a saber porque lo enterraron con honores, con bandera
americana.
Él se ganó cuatro corazones púlpuras.
Yo no lo sabía.
Mi papá fue un
medic.
Es lo que atendían a los heridos en el campo de batalla.
Y le salvó la vida cuatro.
Entonces por eso le dieron cuatro corazones púlpuras.
Entonces me vine a enterrar yo
a lo último.
No solamente fue un gran hombre de Dios, sino que fue un patriota también.
Y sirvió a este país con honra.
Me acuerdo que él estaba en el hospital de los veteranos
ahí.
Y él quitó la cortina.
Y cuál es mi sorpresa cuando los otros tres que están
en su cuarto están llorando a sollozos también.
Estamos hablando de hombres de diferentes
guerras.
Había uno de 80 y él poco, otro de 70 y pico.
Y lloraban como niños.
Y yo
me acerqué a uno y le dije en inglés porque no era latino.
Y dice, ¿qué
estás llorando
por?
Y uno me decía, no lo sé, no lo sé.
Ni idea teníamos porque estaba llorando.
Que cuando Dios, cuando su presencia llega a un lugar, muchas veces la persona que no
conoce al Señor no sabe exactamente lo que está pasando cuando su presencia llena un
recinto como lo hizo aquí ayer madrugada.
Y así fui cama por cama.
Salgo al pasillo
y ahí me encuentro dos o tres enfermeras afuera al lado de la puerta.
Literalmente
casi de rodillas así llorando a sollozos.
Una nunca me olvido porque era bien bonita
y tenía un maquillaje lindísimo.
Y cuando la vi le corrí el mascara negro y todo.
Se
le fue a ajuste todo el make up.
Y Dios ministró de manera increíble.
Y al final yo dije
aquí, y después vi el doctor de turno que venía por el pasillo.
Aquí nos botaron a
nosotros.
Y viene el doctor y se me para al frente y me fue peculiar porque sus ojos estaban
rojos.
Y yo, sí dígame doctor.
Dice, ¿usted
sabe la hora que es?
Yo, casi las 4 de la
mañana.
¿Usted
sabe que dónde usted está?
En un hospital.
¿Y
usted sabe que a las 4
de la mañana no se canta en un hospital?
Sí, yo entiendo.
Pero voy a decirle a mi
papá que está muriéndose.
Pues no se le ocurra otra vez, no lo vaya a hacer porque
lo voy a botar.
Entonces lo veo que está.
En todos los ojos.
Los doctores no lloran.
Aunque yo sé que hay un montón de doctores aquí ya que son redimidos por la sangre del
cordero si lloran.
Ellos lloran.
O sea, pasan llorando todo el tiempo.
Cuando tú conoces
al Señor el corazón se te hace de carne.
Tú lloras y gimes.
Pero para hacerte la historia
corta.
Cuando, ah, esto se me olvidó.
Esta parte es la más importante.
La gente de seguridad
quiso entrar al cuarto.
Después yo me vine a entrar después que la gente de seguridad
quiso entrar al cuarto para pararme porque, imagínense, el hombre estaba ahí cantando
con toda su fuerza y hay que pararlo.
Pues la cosa es que trataron de entrar y cuando
iban a entrar a la puerta sentían que alguien los empujaba para afuera pero no había nadie.
Ellos buscaban y agarraban impulso.
Vamos otra vez y llegaban a la puerta y fuá.
Los
echaban para afuera otra vez.
Los pobres andaban por el pasillo todo blanco, hincho.
El Señor
no dejó que entrara todavía.
Papi falleció al otro día a las tres y media, como tres
y cuarenta de la tarde.
Y ahí está la presencia del Señor.
Pero este canto fue su canto favorito.
Un canto que mi ministra que ha administrado a millones.
Estamos hablando, lo grabé en
el año 1982, hace 23 años.
Pero ha tocado tantas vidas y [G] quiero cantarlo.
Y era bien tarde en la noche, puedo decir, a través que era la madrugada del otro día,
yo me quedé esa noche.
Me acuerdo que yo acababa de ir a una campaña de G en Chile
y mi temor era que yo no fuera a llegar a tiempo.
Llegué, cuando entró mi mamá me la abrazo,
me dijo, papi, todavía está yo, pero le quedan horas.
Y mi mamá llevaba 15 días
al lado de su cama sin ir a la casa.
Dijo, mami, vete.
Yo me quedé con papi esta noche.
Y esa noche me quedé sentado al lado de su cama, una silla, y obviamente el sueño vence
a uno y yo me recosté un poquito en su cama, puse la cabeza y me quedé dormido.
Entonces,
como a las horas de la madrugada, dos o tres de la mañana, la cama estremece y yo me levanto
asustado y digo, papi, papi.
Y él no podía hablar porque él tenía tubos por la garganta,
tubos por su boca, tubos por su nariz.
Su estómago estaba completamente inflado por
líquidos que estaba reteniendo.
Venían cada cuanto y le metían una aguja grandísima
en el vientre para sacarle todo el líquido.
Ya básicamente el hígado dejó de funcionar
y los riñones ya estaban por irse.
Y le digo, papi, ¿qué
pasa?
Y ahí en mediaseña
y murmurándole, no, no, no trates de hablar.
Yo entendí que él quería que yo le cantara.
Digo, papi, son las tres de la mañana.
Yo puedo cantar aquí, podemos despertar a medio
hospital.
Pero ¿quién
le dice no a un padre que está por irse con el sueño?
Yo no le
voy a decir que no le vas a cantar.
Yo le canté.
Empecé en voz bajita.
Yo nunca sé
cantar en voz bajita.
Duré como cinco segundos.
A los diez ya estaba todo traingón.
Yo cantaba
y la voz retumbaba por los pasillos del hospital.
Aquí nos botan a los dos.
Papi, vamos a comenzar
aquí pero si terminamos en el parking, ya tú sabes lo que pasó.
Pues empiezo a cantar
y una unción increíble cayó en aquel cuarto.
Y yo como que estoy aquí parado, soy testigo
de que el Señor no visitó esa noche, esa madrugada.
Yo cantaba y las lágrimas corrían
por sus ojos y corrían por el mío.
Y cantaba y cantaba.
Y después que todo eso terminó,
para mí duró como media hora, lo que fueron unos tres minutos.
Y el cuarto donde él estaba,
estaba dividido por unas cortinas.
Entonces rodamos la cortina.
Y mi papá fue veterano
de la guerra de Corea.
Yo lo vine a saber porque lo enterraron con honores, con bandera
americana.
Él se ganó cuatro corazones púlpuras.
Yo no lo sabía.
Mi papá fue un
medic.
Es lo que atendían a los heridos en el campo de batalla.
Y le salvó la vida cuatro.
Entonces por eso le dieron cuatro corazones púlpuras.
Entonces me vine a enterrar yo
a lo último.
No solamente fue un gran hombre de Dios, sino que fue un patriota también.
Y sirvió a este país con honra.
Me acuerdo que él estaba en el hospital de los veteranos
ahí.
Y él quitó la cortina.
Y cuál es mi sorpresa cuando los otros tres que están
en su cuarto están llorando a sollozos también.
Estamos hablando de hombres de diferentes
guerras.
Había uno de 80 y él poco, otro de 70 y pico.
Y lloraban como niños.
Y yo
me acerqué a uno y le dije en inglés porque no era latino.
Y dice, ¿qué
estás llorando
por?
Y uno me decía, no lo sé, no lo sé.
Ni idea teníamos porque estaba llorando.
Que cuando Dios, cuando su presencia llega a un lugar, muchas veces la persona que no
conoce al Señor no sabe exactamente lo que está pasando cuando su presencia llena un
recinto como lo hizo aquí ayer madrugada.
Y así fui cama por cama.
Salgo al pasillo
y ahí me encuentro dos o tres enfermeras afuera al lado de la puerta.
Literalmente
casi de rodillas así llorando a sollozos.
Una nunca me olvido porque era bien bonita
y tenía un maquillaje lindísimo.
Y cuando la vi le corrí el mascara negro y todo.
Se
le fue a ajuste todo el make up.
Y Dios ministró de manera increíble.
Y al final yo dije
aquí, y después vi el doctor de turno que venía por el pasillo.
Aquí nos botaron a
nosotros.
Y viene el doctor y se me para al frente y me fue peculiar porque sus ojos estaban
rojos.
Y yo, sí dígame doctor.
Dice, ¿usted
sabe la hora que es?
Yo, casi las 4 de la
mañana.
¿Usted
sabe que dónde usted está?
En un hospital.
¿Y
usted sabe que a las 4
de la mañana no se canta en un hospital?
Sí, yo entiendo.
Pero voy a decirle a mi
papá que está muriéndose.
Pues no se le ocurra otra vez, no lo vaya a hacer porque
lo voy a botar.
Entonces lo veo que está.
En todos los ojos.
Los doctores no lloran.
Aunque yo sé que hay un montón de doctores aquí ya que son redimidos por la sangre del
cordero si lloran.
Ellos lloran.
O sea, pasan llorando todo el tiempo.
Cuando tú conoces
al Señor el corazón se te hace de carne.
Tú lloras y gimes.
Pero para hacerte la historia
corta.
Cuando, ah, esto se me olvidó.
Esta parte es la más importante.
La gente de seguridad
quiso entrar al cuarto.
Después yo me vine a entrar después que la gente de seguridad
quiso entrar al cuarto para pararme porque, imagínense, el hombre estaba ahí cantando
con toda su fuerza y hay que pararlo.
Pues la cosa es que trataron de entrar y cuando
iban a entrar a la puerta sentían que alguien los empujaba para afuera pero no había nadie.
Ellos buscaban y agarraban impulso.
Vamos otra vez y llegaban a la puerta y fuá.
Los
echaban para afuera otra vez.
Los pobres andaban por el pasillo todo blanco, hincho.
El Señor
no dejó que entrara todavía.
Papi falleció al otro día a las tres y media, como tres
y cuarenta de la tarde.
Y ahí está la presencia del Señor.
Pero este canto fue su canto favorito.
Un canto que mi ministra que ha administrado a millones.
Estamos hablando, lo grabé en
el año 1982, hace 23 años.
Pero ha tocado tantas vidas y [G] quiero cantarlo.
Key:
G
G
G
G
G
G
G
G
_ _ _ El día antes de que mi padre falleciera, yo tuve el privilegio de estar a su lado en su cuarto.
_ _ Y era bien tarde en la noche, puedo decir, a través que era la madrugada del otro día,
_ yo me quedé esa noche.
Me acuerdo que yo acababa de ir a una campaña de G en Chile _
_ y mi temor era que yo no fuera a llegar a tiempo. _ _
Llegué, cuando entró mi mamá me la abrazo,
me dijo, papi, todavía está yo, pero le quedan horas.
Y mi mamá llevaba 15 días
al lado de su cama sin ir a la casa.
Dijo, mami, vete.
Yo me quedé con papi esta noche.
_ Y esa noche me _ quedé sentado al lado de su cama, una silla, y obviamente el sueño vence
a uno y yo me recosté un poquito en su cama, puse la cabeza y me quedé dormido.
_ _ Entonces,
como a las horas de la madrugada, dos o tres de la mañana, la cama estremece y yo me levanto
asustado y digo, papi, papi. _
Y él no podía hablar porque él tenía tubos por la garganta,
tubos por su boca, tubos por su nariz.
_ _ Su estómago estaba completamente inflado por
líquidos que estaba reteniendo.
Venían cada cuanto y le metían una aguja grandísima
en el vientre para sacarle todo el líquido.
_ Ya básicamente el hígado dejó de funcionar
y los _ riñones ya estaban por irse.
_ Y le digo, papi, ¿qué
pasa?
Y ahí en _ mediaseña
y murmurándole, no, no, no trates de hablar.
_ _ Yo entendí que él quería que yo le cantara.
_ _ Digo, papi, _ _ son las tres de la mañana.
Yo puedo cantar aquí, podemos despertar a medio
hospital.
_ _ _ _ Pero ¿quién
le dice no a un padre que está por irse con el sueño?
Yo no le
voy a decir que no le vas a cantar.
_ Yo le canté.
Empecé en voz bajita.
_ Yo nunca sé
cantar en voz bajita. _
_ _ _ Duré como cinco segundos.
A los diez ya estaba todo traingón. _ _ _
Yo cantaba
y la voz retumbaba _ por los pasillos del hospital. _
Aquí nos botan a los dos.
Papi, vamos a comenzar
aquí pero si terminamos en el parking, ya tú sabes lo que pasó. _ _ _ _
Pues empiezo a cantar
y una unción increíble cayó en aquel cuarto.
Y yo como que estoy aquí parado, soy testigo
de que el Señor no visitó esa noche, esa madrugada.
Yo cantaba y las lágrimas corrían
por sus ojos y corrían por el mío.
Y cantaba y cantaba. _
Y después que todo eso terminó,
para mí duró como media hora, lo que fueron unos tres minutos.
_ _ Y el cuarto donde él estaba,
estaba dividido por unas cortinas.
Entonces rodamos la cortina.
_ Y mi papá fue veterano
de la guerra de Corea.
Yo lo vine a saber porque lo enterraron con honores, con bandera
americana.
Él se ganó cuatro corazones púlpuras.
Yo no lo sabía.
Mi papá fue un
medic.
Es lo que atendían a los heridos en el campo de batalla.
Y le salvó la vida cuatro.
Entonces por eso le dieron cuatro corazones púlpuras.
Entonces me vine a enterrar yo
a lo último.
No solamente fue un gran hombre de Dios, sino que fue un patriota también.
Y sirvió a este país con _ honra.
_ Me acuerdo que _ él estaba en el hospital de los veteranos
ahí.
Y él quitó la cortina.
Y cuál es mi sorpresa cuando los otros tres que están
en su cuarto están llorando a sollozos también.
_ Estamos hablando de hombres de diferentes
guerras.
Había uno de 80 y él poco, otro de 70 y pico.
Y lloraban como niños.
Y yo
me acerqué a uno y le dije en inglés porque no era latino.
Y dice, ¿qué
estás llorando
por?
Y uno me decía, no lo sé, no lo sé. _
_ Ni idea teníamos porque estaba llorando.
_ Que cuando Dios, cuando su presencia llega a un lugar, muchas veces la persona que no
conoce al Señor no sabe exactamente lo que está pasando cuando su presencia _ llena un
recinto como lo hizo aquí ayer madrugada.
Y así fui cama por cama.
_ Salgo al pasillo
y ahí me encuentro dos o tres enfermeras afuera al lado de la puerta.
Literalmente
casi de rodillas así llorando a sollozos.
Una nunca me olvido porque era bien bonita
y tenía un maquillaje lindísimo.
Y cuando la vi le corrí el mascara negro y todo.
_ _ Se
le fue a ajuste todo el make up.
_ Y Dios ministró de manera increíble.
Y al final yo dije
aquí, y después vi el doctor de turno que venía por el pasillo.
Aquí nos botaron a
nosotros.
_ Y viene el doctor y se me para al frente y me fue peculiar porque sus ojos estaban
rojos.
_ Y yo, sí dígame doctor.
Dice, ¿usted
sabe la hora que es?
Yo, _ casi las 4 de la
mañana.
_ ¿Usted
sabe que dónde usted está?
En un hospital.
_ _ ¿Y
usted sabe que a las 4
de la mañana no se canta en un hospital?
Sí, yo entiendo.
_ Pero voy a decirle a mi
papá que está muriéndose.
_ _ Pues no se le ocurra otra vez, no lo vaya a hacer porque
lo voy a botar.
Entonces lo veo que está.
En todos los ojos. _ _ _ _ _
Los doctores no lloran.
_ _ Aunque yo sé que hay un montón de doctores aquí ya que son redimidos por la sangre del
cordero si lloran.
Ellos lloran.
O sea, pasan llorando todo el tiempo. _
_ _ Cuando tú conoces
al Señor el corazón se te hace de carne.
Tú lloras y gimes.
Pero para hacerte la historia
corta.
_ _ _ Cuando, ah, esto se me olvidó.
Esta parte es la más importante.
La gente de seguridad
quiso entrar al cuarto.
Después yo me vine a entrar después que la gente de seguridad
quiso entrar al cuarto para pararme porque, imagínense, el hombre estaba ahí _ cantando
con toda su fuerza y hay que pararlo.
Pues la cosa es que trataron de entrar y cuando
iban a entrar a la puerta sentían que alguien los empujaba para afuera pero no había nadie. _ _
Ellos buscaban y _ agarraban impulso.
Vamos otra vez y llegaban a la puerta y fuá.
_ Los
echaban para afuera otra vez.
Los pobres andaban por el pasillo todo blanco, hincho. _
_ _ _ _ _ _ El Señor
no dejó que entrara todavía.
_ Papi falleció al otro día a las tres y media, como tres
y cuarenta de la tarde.
Y ahí está la presencia del Señor.
Pero este canto fue su canto favorito.
Un canto que mi ministra que ha administrado a millones.
Estamos hablando, lo grabé en
el año 1982, hace 23 años.
Pero ha tocado tantas vidas y [G] quiero cantarlo. _ _ _ _ _ _
_ _ Y era bien tarde en la noche, puedo decir, a través que era la madrugada del otro día,
_ yo me quedé esa noche.
Me acuerdo que yo acababa de ir a una campaña de G en Chile _
_ y mi temor era que yo no fuera a llegar a tiempo. _ _
Llegué, cuando entró mi mamá me la abrazo,
me dijo, papi, todavía está yo, pero le quedan horas.
Y mi mamá llevaba 15 días
al lado de su cama sin ir a la casa.
Dijo, mami, vete.
Yo me quedé con papi esta noche.
_ Y esa noche me _ quedé sentado al lado de su cama, una silla, y obviamente el sueño vence
a uno y yo me recosté un poquito en su cama, puse la cabeza y me quedé dormido.
_ _ Entonces,
como a las horas de la madrugada, dos o tres de la mañana, la cama estremece y yo me levanto
asustado y digo, papi, papi. _
Y él no podía hablar porque él tenía tubos por la garganta,
tubos por su boca, tubos por su nariz.
_ _ Su estómago estaba completamente inflado por
líquidos que estaba reteniendo.
Venían cada cuanto y le metían una aguja grandísima
en el vientre para sacarle todo el líquido.
_ Ya básicamente el hígado dejó de funcionar
y los _ riñones ya estaban por irse.
_ Y le digo, papi, ¿qué
pasa?
Y ahí en _ mediaseña
y murmurándole, no, no, no trates de hablar.
_ _ Yo entendí que él quería que yo le cantara.
_ _ Digo, papi, _ _ son las tres de la mañana.
Yo puedo cantar aquí, podemos despertar a medio
hospital.
_ _ _ _ Pero ¿quién
le dice no a un padre que está por irse con el sueño?
Yo no le
voy a decir que no le vas a cantar.
_ Yo le canté.
Empecé en voz bajita.
_ Yo nunca sé
cantar en voz bajita. _
_ _ _ Duré como cinco segundos.
A los diez ya estaba todo traingón. _ _ _
Yo cantaba
y la voz retumbaba _ por los pasillos del hospital. _
Aquí nos botan a los dos.
Papi, vamos a comenzar
aquí pero si terminamos en el parking, ya tú sabes lo que pasó. _ _ _ _
Pues empiezo a cantar
y una unción increíble cayó en aquel cuarto.
Y yo como que estoy aquí parado, soy testigo
de que el Señor no visitó esa noche, esa madrugada.
Yo cantaba y las lágrimas corrían
por sus ojos y corrían por el mío.
Y cantaba y cantaba. _
Y después que todo eso terminó,
para mí duró como media hora, lo que fueron unos tres minutos.
_ _ Y el cuarto donde él estaba,
estaba dividido por unas cortinas.
Entonces rodamos la cortina.
_ Y mi papá fue veterano
de la guerra de Corea.
Yo lo vine a saber porque lo enterraron con honores, con bandera
americana.
Él se ganó cuatro corazones púlpuras.
Yo no lo sabía.
Mi papá fue un
medic.
Es lo que atendían a los heridos en el campo de batalla.
Y le salvó la vida cuatro.
Entonces por eso le dieron cuatro corazones púlpuras.
Entonces me vine a enterrar yo
a lo último.
No solamente fue un gran hombre de Dios, sino que fue un patriota también.
Y sirvió a este país con _ honra.
_ Me acuerdo que _ él estaba en el hospital de los veteranos
ahí.
Y él quitó la cortina.
Y cuál es mi sorpresa cuando los otros tres que están
en su cuarto están llorando a sollozos también.
_ Estamos hablando de hombres de diferentes
guerras.
Había uno de 80 y él poco, otro de 70 y pico.
Y lloraban como niños.
Y yo
me acerqué a uno y le dije en inglés porque no era latino.
Y dice, ¿qué
estás llorando
por?
Y uno me decía, no lo sé, no lo sé. _
_ Ni idea teníamos porque estaba llorando.
_ Que cuando Dios, cuando su presencia llega a un lugar, muchas veces la persona que no
conoce al Señor no sabe exactamente lo que está pasando cuando su presencia _ llena un
recinto como lo hizo aquí ayer madrugada.
Y así fui cama por cama.
_ Salgo al pasillo
y ahí me encuentro dos o tres enfermeras afuera al lado de la puerta.
Literalmente
casi de rodillas así llorando a sollozos.
Una nunca me olvido porque era bien bonita
y tenía un maquillaje lindísimo.
Y cuando la vi le corrí el mascara negro y todo.
_ _ Se
le fue a ajuste todo el make up.
_ Y Dios ministró de manera increíble.
Y al final yo dije
aquí, y después vi el doctor de turno que venía por el pasillo.
Aquí nos botaron a
nosotros.
_ Y viene el doctor y se me para al frente y me fue peculiar porque sus ojos estaban
rojos.
_ Y yo, sí dígame doctor.
Dice, ¿usted
sabe la hora que es?
Yo, _ casi las 4 de la
mañana.
_ ¿Usted
sabe que dónde usted está?
En un hospital.
_ _ ¿Y
usted sabe que a las 4
de la mañana no se canta en un hospital?
Sí, yo entiendo.
_ Pero voy a decirle a mi
papá que está muriéndose.
_ _ Pues no se le ocurra otra vez, no lo vaya a hacer porque
lo voy a botar.
Entonces lo veo que está.
En todos los ojos. _ _ _ _ _
Los doctores no lloran.
_ _ Aunque yo sé que hay un montón de doctores aquí ya que son redimidos por la sangre del
cordero si lloran.
Ellos lloran.
O sea, pasan llorando todo el tiempo. _
_ _ Cuando tú conoces
al Señor el corazón se te hace de carne.
Tú lloras y gimes.
Pero para hacerte la historia
corta.
_ _ _ Cuando, ah, esto se me olvidó.
Esta parte es la más importante.
La gente de seguridad
quiso entrar al cuarto.
Después yo me vine a entrar después que la gente de seguridad
quiso entrar al cuarto para pararme porque, imagínense, el hombre estaba ahí _ cantando
con toda su fuerza y hay que pararlo.
Pues la cosa es que trataron de entrar y cuando
iban a entrar a la puerta sentían que alguien los empujaba para afuera pero no había nadie. _ _
Ellos buscaban y _ agarraban impulso.
Vamos otra vez y llegaban a la puerta y fuá.
_ Los
echaban para afuera otra vez.
Los pobres andaban por el pasillo todo blanco, hincho. _
_ _ _ _ _ _ El Señor
no dejó que entrara todavía.
_ Papi falleció al otro día a las tres y media, como tres
y cuarenta de la tarde.
Y ahí está la presencia del Señor.
Pero este canto fue su canto favorito.
Un canto que mi ministra que ha administrado a millones.
Estamos hablando, lo grabé en
el año 1982, hace 23 años.
Pero ha tocado tantas vidas y [G] quiero cantarlo. _ _ _ _ _ _